Dan las siete de la noche de un miércoles. Luego de las vacaciones, todo el elenco vuelve al Teatro La Plaza para los ensayos. La tertulia se apodera de ese escenario donde hasta este 28 de enero los actores se verán cara a cara con su público gracias a un clásico de William Shakespeare: Ricardo III. Y una voz pregona al ver llegar a Miguel Iza: “¡Ya llegó Miguel, empezamos!”. Pero antes de iniciar su ensayo, él se detuvo a conversar con nosotros sobre este nuevo villano en su carrera.  

Atracción fatal

Y es que el actor no solo tuvo la misión de hacer temible este personaje. “Él (Ricardo III) es y seguirá siendo universal, y atractivo, porque Shakespeare, su autor lo es. Es más, no le hemos quitado nada de esa dualidad maldad-atracción que tiene”, nos comenta, señalando además que esta adaptación ha llegado más al público.

“Tratamos en gran medida de quitar solo algunos elementos que distancien: lenguaje recargado, escenas muy largas, enorme cantidad de personajes que tiene en sí el texto original. Y personalmente, he tratado de hacer una versión más concentrada, fácil de leer y entender para el público”, confiesa Iza.

Asimismo, no es que él o parte del reparto crean que el público no comprenda. “Habían muchas cosas del texto original, como el hecho de que es una versión traducida, y en verso, que a mí como actor me generaban una cierta distancia…Y eso que yo vivo del teatro, y vivo teatro (enfatiza). Pero a veces es difícil trabajar una traducción literal del texto porque pierde toda la gracia que tiene el original”, añade.

El hombre detrás del tirano

El protagonista-antagonista de la historia fue elegido por Chela de Ferrari desde antes de ejecutarse este proyecto. Y para el actor, luego de atemorizar al respetable con otros roles de villano como Drácula (adaptación de la obra de Bram Stoker en el 2012), el personificar a Ricardo III significó en esta oportunidad, gran demanda de trabajo en muchos sentidos: esfuerzo, contenido, tiempo y, sobre todo, en narración.

“Se ha fortalecido el lado interior del personaje, buscándole alguna justificación de porque es así. Pero el texto no te indica más sobre su forma de ser. Es la acción misma y la forma del montaje lo que hace posible ello, lo que lo enriquece durante la trama”, cuenta.

El actor, despojado de su papel y sentado en una de las butacas de la sala a pocos minutos de retomar los ensayos, reflexiona sobre el tema de la obra. “El daño que produce una tiranía es bastante visible para la gente sensible. El problema es que los villanos suelen ser muy atractivos, seductores, conquistadores. Lo hemos visto en nuestra historia universal. Todos han conquistado a su público de alguna u otra manera”.

Y es que para el recordado “cadete Arróspide” de La ciudad y los perros, esto tiene que ver con que muchos de ellos tienen un alto sentido de justicia; no de moral, claro, sino de justicia para consigo mismos. “Creen que lo que hacen es correcto. Buscan arrasar con todo, imponer su modo de pensar, mediante la seducción, el convencimiento, un buen discurso. Creo que un tirano siempre tiene el don de la palabra”, afirma.

Profundizando en cada función durante los últimos tres meses del 2013, logró sacar conclusiones sobre el surgimiento de los tiranos. “No sé si habrá una cuestión genética; lo que sí sé es que hay mucho de aprendido. Los grandes tiranos de la historia siempre han tenido una vida muy dura; infancia, adolescencia o algo que los ha marcado definitivamente”.

El rostro de la justicia-venganza

Y una vez más, en ese sentido, Ricardo III no queda al margen de ello. Vemos así, que era un chico catalogado de monstruo, deforme, como alguien que valía menos que los demás, y que posteriormente, tendrá una oportunidad para obtener esa felicidad que le fue negada.

"A eso me refiero cuando hablo de un sentido de justicia que tiene este personaje. Hay un acto de justicia que él necesita llevar a cabo, ejecutar, conseguir. Es, en ese sentido un accionar muy fuerte y potente, que lo lleva a avanzar, a costa de todo. Ya casi al final, en plena batalla, encuentra en su conciencia todo eso que le hace pensar que lo que está haciendo cosas malas".

Y con todos los fantasmas que le gritan "asesino", porque el mismo ya siente que es así, ya enarbolando todo esta revancha y venganza, ha arrasado con todos; con mujeres, con niños, con sus hermanos. Contra todos los que se pusieron en su delante, como lo han hecho, y lo seguirán haciendo todos los tiranos y villanos a lo largo de la historia.  

¿Sin villano no hay historia? En definitiva, y como nos confiesa Miguel (ahora en su personaje), "la maldad siempre atrae", y se tienen tanto detractores, como fans y servidores.

Nota publicada en el suplemento cultural Variedades del Diario Oficial El Peruano, en la edición del día viernes 24 de enero del 2014.