La gira presidencial de un ya proclamado por el mundo, líder socialista en todas sus manifestaciones, que duró desde el 30 de noviembre hasta el 14 de diciembre de 1972, comprendió países como México, Venezuela, Cuba, Rusia (entonces Unión Soviética), Estados Unidos, y por supuesto, Perú. Pero este singular personaje, que pasó a formar parte de la historia universal, dio los primeros pasos de su vida, y vivió algunos años de su infancia en la heroica ciudad de Tacna. Fue el presidente de Chile Salvador Allende.
RETRATO DE FAMILIA

Salvador Guillermo Allende Gossens, nació un 26 de junio de 1908 en la ciudad de Valparaíso, bajo el seno de una familia de guerreros políticos; un feroz contendiente, don Ramón Allende Garcés, y sus hermanos, José María y José Gregorio, estuvieron inmersos en los gloriosos sucesos por la independencia chilena. El hijo de este último, el médico cirujano Ramón Allende Padín, cuyo apelativo “el Rojo” se debía entre otras cosas a su curiosa cabellera roja, desempeñó un papel vital dentro de la política mapocha como líder del Partido Radical; fue diputado en dos oportunidades: una por Santiago y la otra por Copiapó, Chañaral y Freirina. Además, ocupó el cargo de senador por la región de Atacama. 

Pero sin duda, el papel más relevante en la carrera del abuelo de Salvador Allende fue su desenvolvimiento en la Guerra del Pacífico, al ser nombrado jefe del Servicio de Ambulancias. Tiempo después sería nombrado Jefe del Servicio Sanitario, por lo mismo que fue y es considerado en sí, fundador del Comando de Sanidad del Ejército de Chile.

Salvador Allende Castro, hijo de “el Rojo”, y padre de quien es considerado un líder socialista por antonomasia, fue un periodista y abogado de renombre en el vecino país del sur, y fue nombrado Secretario de la Intendencia y Procurador de Número de la Corte de Apelaciones de Tacna, lo cual conllevó - según el reconocido periodista y escritor chileno Eduardo Labarca, en su libro "Salvador Allende. Biografía sentimental” publicado en el 2007 - a que se trasladase con toda su familia, conformada por su esposa, la abnegada ama de casa Laura Gossens Uribe, y los tres de los seis hijos que finalmente tuvieron: Alfredo, María Inés y Salvador.

Precisamente, es el pequeño Salvador quien comenzará a sumergirse en la vorágine de una época alimentada de conflictos ideológicos, políticos y sobre todo, sociales, en una Tacna, por entonces chilena, que pugnaba por rotularse de una vez por todas, peruana, hecho que finalmente se concretaría el 28 de agosto de 1929, gracias a la firma del Tratado de Lima, donde Chile devolvía a los peruanos, aquella región situada al norte de Arica.

NACE UN LÍDER

Sus pasos entre Tacna, y posteriormente Santiago, capital chilena, a sus cortos 10 años, no hicieron que esquivara su mirada a un movimiento obrero que desde su concepción, se mostró reacio y reticente al núcleo oligárquico. De hecho, Allende cursó sus primeros estudios elementales en el Liceo de Hombres, ubicado en la ahora restaurada Casa Basadre; aunque en aquel tiempo el anexo del Liceo quedaba en la actual Plaza Zela, según declaraciones de Freddy Gambetta, cronista natural de Tacna, quien fue además, un referente de suma importancia para que Labarca, edificase la publicación sobre los primeros años de vida del expresidente chileno.   

Posteriormente, para 1920 la familia Allende decide establecerse nueva (y definitivamente) en Valparaíso, ciudad natal de Salvador. Allí cursa la enseñanza media, en el Liceo Eduardo de la Barra, y logra acceder a sus primeras lecciones sobre marxismo, gracias a un viejo maestro que se desempeñaba como ebanista, carpintero y hasta zapatero, proveniente de Turín, Italia: Juan Demarchi, quien se autoproclamaba un anarquista radical, y quien partiera de su tierra natal, luego de haber desertado en el ejército italiano.

Se dice que la adolescencia de Allende se nutrió de las enseñanzas de este acérrimo seguidor de las lecciones de Karl Marx, con quien además compartió gratos momentos de juegos de ajedrez, conversaciones sobre actividades de propaganda anarquista, pero lo más importante, intensificó su previa juventud debatiendo el dilema de la “cuestión social”, aspecto preocupante tanto en Chile, como en Perú, y en otras naciones de la región.

salvador allende gossens, al lado de su esposa, hortensia bussi soto de allende. 

UN SOCIALISTA SE PREPARA

El ser nieto de un ex Maestro de la Gran Logia de Chile, fue fundamental para que la carrera política de Allende, como ejecutor partidario de la unificación ideológica y la solución a la problemática social, así como ser hijo de individuo masón. Este término, masón (de masonería) proviene de aquella institución discreta de carácter iniciático, aspecto filantrópico, simbólico y filosófico; sin caer en lo religioso o clerical, fundada en un sentimiento de fraternidad, la cual tiene como objetivo la búsqueda de la verdad y fomentar el desarrollo social y moral del ser humano, además del progreso social.  

salvador allende gossens, presidente de chile 1970 - 1973. Foto: tvperu.

Los masones se organizaron (y se siguen organizando) en estructuras de base denominadas “logias”. Estos fueron, solo algunos de los elementos excepcionales en las postulaciones de Allende, tanto para el Senado, como para el sillón presidencial, a los que se sumaron sus cualidades personales y su deseo constante de trabajar por la sociedad, anhelo que finalmente, viera la luz el 4 de setiembre de 1970, durante los comicios electorales presidenciales.

Como mandatario reconocido por los votantes, respetado por la opinión, e idolatrado por su pueblo, Salvador Allende, además de contar con el apoyo incondicional de su esposa, Hortensia Bussi Soto, no escatimó esfuerzo alguno para estrechar sin titubeos, vínculos con los países del Tercer Mundo, en aras de acrecentar el progreso, muy a pesar del acecho de la consigna demagógica de la Alianza para el Progreso en la reunión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que tuvo lugar en Punta del Este, Uruguay, la cual no dudó en denunciar, tiempo atrás de su mandato, con ayuda de Ernesto “Che” Guevara, entonces líder e impulsor de la Revolución Cubana, en 1961.

NACIONALISMO Y SOCIALISMO se encuentran

Ya en 1972, Salvador Allende gobernaba Chile. Y en Perú, años atrás había gestado un golpe de Estado el general Juan Velasco Alvarado, contra el entonces jefe de Estado Fernando Belaunde Terry. Velasco, fiel defensor y ejecutor de la no tan próspera Reforma Agraria, recibió con los brazos abiertos al mandatario chileno en el marco de su gira presidencial, donde colocó al Perú entre los países que debía recorrer, para luego partir a otras naciones hermanas que estaban siendo amenazadas por la ausencia de democracia – en palabras del propio Velasco – típica en los Estados Unidos.  

portada de diario la crónica.


Socialismo directamente desde nuestro país hermano del sur, y un nacionalismo, en un principio, no tan mal intencionado, se encontraron en aquellos aciagos años 70; exactamente en dos oportunidades: el 1 de setiembre de 1971, y en los primeros días de diciembre de 1972 (aunque fue una estancia bastante corta). Así, Lima se desvivió de júbilo para darle un recibimiento digno, a un personaje que sin lugar a dudas, no tuvo necesidad de revestir políticas sociales de progreso para los trabajadores, obreros, campesinos, intelectuales, las mujeres y los niños; en resumen, para un óptimo destino para su pueblo.

Y es que “el pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse"…Al menos esas fueron, las últimas lecciones que brotaron de su aliento, y que se resumieron en esos últimos ocho minutos de su valerosa existencia, la cual no se arrodilló ante la arremetida de los militares ni carabineros, coludidos con los planes siniestros de Richard Nixon, entonces presidente de los Estados Unidos, y su mano derecha, el secretario de Estado Henry Kissinger.

Muchas teorías se han tejido sobre esta leyenda del socialismo. Suicidio perpetrado, según versión oficial, con aquel fusil AK-47, que había sido un obsequio del precursor de la Revolución Cubana, Fidel Castro. Pero también han calentado los fogones de la opinión chilena y el ímpetu investigativo de la prensa mundial el hecho de una posible, pero nada descabellada, hipótesis de una orden de asesinato, que hizo que en el 2011, se comenzara a investigar a fondo el fallecimiento del presidente derrocado en la Casa de la Moneda. Pero haya sido una opción, o la otra, nadie borrará de la memoria colectiva de quienes lo escucharon sus últimas palabras, donde manifiesta que estaba convencido de que su sacrificio no sería en vano…"Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición"…Sin duda, y aunque les pese a algunos... ¡Viva el pueblo!... ¡Vivan los trabajadores!... ¡Viva Allende!