La puerta trasera de un reconocido hotel parisino llamado Ritz, fue testigo de la salida estrepitosa que un hombre y una mujer emprendieron a ritmo de un resplandor, luego de haber compartido en la suite Imperial, gratos y románticos momentos de una cena; su última cena, bajo una, hasta esos instantes, cálida y pacífica noche del 31 de agosto de 1997.
La pareja abordó en cuestión de milésimas de segundos aquel Mercedes S 600 que los esperaba, con su chofer Henri Paul al volante, rodeado claro, de decenas de reporteros gráficos, camarógrafos y periodistas de diversos medios que con astucia se las ingeniaron para no perder de vista a los fugitivos “tortolitos”, que en las últimas semanas, habían acaparado las portadas de todos los tabloides habidos y por haber, además de ser la comidilla de un sin fin de paparazzis.
Los incautos enamorados eran Emad El-Din Mohamed Abdel Maneim Fayed, o mejor conocido por quienes lo rodeaban como “Dodi”, un empresario de origen egipcio, primogénito y heredero del magnate de los grandes almacenes Harrods, Mohamed Al Fayed; y su acompañante era una de las mujeres que tuvo la fortaleza de sonreírle, desde su balcón en tiempos de princesa, a todo un pueblo que la idolatraba; pero también, se dio el tiempo de encarar aquel panorama grisáceo que techaba gran parte del mundo; un mundo que día a día azotaba a millones de habitantes con la hambruna y enfermedades letales como el Sida.
Esa mujer era Diana de Gales, quien en vez de hallar una luz al final del camino por ese túnel cerca al Subterráneo de L’ Alma, se encontró cara a cara con el infortunio, escenificado en un trágico accidente de auto, digno de una escena de acción – persecución de película hollywoodense, que después, terminó fulminándola camino al Hospital Pitié-Salpetrière, de París, Francia.

diana de gales y dodi al fayed, días antes de la tragedia que los conduciría a la muerte. foto: ap / elmundo.es
- Todos querían con Diana
Para el pesar de quienes la recuerdan con añoranza, Diana de Gales apagó la brillantez de su existencia al intentar esquivar aquella ola de persecución carroñera de reporteros de farándula, que no titubeaban ni en la más mínima maniobra, para obtener la exclusiva, la primicia, la imagen precisa para portada de revistas tipo Vanidades, Cosmopolitan o Vanity Fair. Todos, indudablemente todos, querían con Diana.
Y es que Diana, sin forjarse el rumbo de una top model, o actriz de cine o televisión, cobró indiscutible notoriedad, en un inicio, desde que contrajo nupcias con el príncipe Carlos, heredero de la corona británica, hijo de la enérgica Reina Isabel II. No obstante, el prefacio, y gran parte de su envidiado por muchos, cuento de hadas, se asemejaba palmo a palmo a esos urticantes melodramas de telenovela: joven sencilla que no proviene de la clase de linaje, que desgarra el buen nombre de la realeza, según los miembros de esta, que se casa con hombre mayor, y quien por si fuera poco, se inundaba de caricias y besos desaforadamente, con una amante furtiva: Camilla Parker Bowles.
- El Via Crucis de una princesa
Se han tejido hartos mitos sobre si aquel matrimonio conformado por Diana Frances Spencer, quien era prima undécima de Carlos, por línea colateral por un antepasado común, Jacobo I, y el parco príncipe de Gales, era precisamente de dos, o si existía un tercero que rasguñaba el “final feliz” que alrededor de 750 millones de televidentes en el mundo, deseábamos para ese culebrón monárquico que se transmitió en todas las pantallas del planeta un 29 de julio de 1981.
BODA REAL DE DIANA SPENCER CON EL PRÍNCIPE CARLOS, EN 1981. FOTO: ELNUEVODIA.COM
Fue entonces, tres años después del casamiento, que salió a la luz ese idilio oculto entro Carlos y Camilla Parker – Bowles, la que para muchos, fue señalada como la culpable de ensombrecer ese “fueron felices para siempre” que ansiaba tanto la población británica y mundial, después de ver en directo, el epílogo de esa boda de ensueño celebrada en la Catedral de Saint Paul de la ciudad de Londres.
Parker – Bowles revelría que la noche anterior a la boda, Carlos la pasó con ella, pero que ahí decidió, según sus propias palabras, que sería el fin. Ella quiso que el matrimonio funcionara, apostó por que fueran felices. Pero en 1984, al llegar Harry, el segundo hijo de los Príncipes de Gales (William es el primero) Carlos corrió a los brazos de su amante incondicional y le repitió una y otra vez que no soportaba más la “farsa” de vida marital que llevaba con la inexperta y dócil Diana. Es ahí donde Camilla se arma de valor y decide vociferar a los cuatro vientos en una entrevista, su romance con Carlos, sin dejar duda alguna que en el Palacio de Bunckingham, funcionaba un matrimonio de a tres.
- She’s a Lady
Pero ese vía crucis en el que vivió sus años de princesa, no la amilanó en lo absoluto: Diana se sumergió fácilmente al día a día de la familia real: acompañaba a Carlos a los eventos, asistía a eventos en hospitales, guarderías, beneficencias, escuelas, etc. Además, a Diana no le costaba trabajo, al contrario, tenía desde siempre, vasta vocación de servicio, y se veía contenta tratando con la gente, y eso era algo evidente. Pronto se convertiría en la "consentida" de los medios de prensa, y también del pueblo.
Lady Diana continuó con su trabajo de caridad, aún después de consumado su divorcio, el cual se concretó el 28 de agosto de 1996. Pero en 2005 concedió una inolvidable entrevista a la BBC donde reveló más de un destape: sus graves problemas alimenticios, la pésima relación que tenía con la familia real, y confesó - que en un momento, agobiada por el deterioro de un matrimonio que buscó salvar a pesar de todo - haber sido infiel al Príncipe con James Hewitt, un oficial de la armada británica.
Estos curiosos pasajes de su vida no minimizaron el elogiable accionar que emprendió al luchar contra las minas antipersonas, y también, solidarizarse y crear fundaciones para los enfermos del VIH. Sus visitar a diversos países del continente africano no fueron escasas, y menos sus labores de ayuda para con ellos.
princesa diana de gales en compañia de pobladores africanos. foto : novagente.pt
Se dice que, durante su época de princesa, no escatimaba en gastar mucho dinero en esos vestidos caros de alta costura y diseñador de renombre, tales como Versace, por citar a Gianni, quien fuera creador de la marca y amigo entrañable de Lady Di. Pero lo destacable del tema no eran sus prodigiosas compras, no…Ella, una vez fuera del “castillo real”, subastó todos los vestidos que alguna vez usó, ya sea en una alfombra roja, o en algún evento social de la crema y nata inglesa, y con lo que ofrecían los participantes de las subastas, ella recaudaba fondos para darle soporte a su labor humanitaria.
- Su rostro en la pantalla grande
Diana de Gales, para deleite de millones, o quizás, la extrañeza de algunos, es ya una figura de culto, un personaje que marcó un antes y un después en el giro de las esposas de príncipes reales. Su temple y su transparencia dan crédito de ello, y también los que la conocieron, y se han animado a contar más de una vez, la vida y pasión de la princesa.
afiche de último filme sobre la vida de diana de gales, protagonizado por naomi watts. foto: semana.com
Y un reciente filme tipo biopic se encargará de hacernos evocar la memoria de esta grandiosa mujer del siglo XX: “Diana”, del cineasta alemán Oliver Hirschbiegel, y quien se animara a revestir el cuerpo y alma de Lady Di, nada menos que en la actriz australiana de origen británico Naomi Watts (El Aro 1 y 2; 21 Gramos; Lo imposible (2013)).
La fecha de estreno mundial de “Diana”, cuyo guión ha sido escrito por Stephen Jeffreys, se baraja para el próximo 5 de setiembre. No obstante, se rumorea que la fecha oficial de estreno en los Estados Unidos será el 01 de noviembre. El filme se va basar, explícitamente, en los dos últimos años de vida de Lady Di, donde se pone al descubierto un supuesto romance secreto entre ella y el cirujano paquistaní Hasnat Kahn, de quien se dice que fue el gran amor de su vida, y con quien incluso, habían planes de casamiento. Es más, la cinta recreará el momento en que la princesa Diana voló a Pakistán en mayo de 1997, cuando fue a conocer a la familia del Dr. Khan.
En todo caso, Watts tendrá una misión vital en la que no podrá fallar: adentrarse en la esencia de una mujer amada por su pueblo, ovacionada por los amigos y colaboradores, respetada por el mundo entero. De hecho, la reconocida actriz sabe (y ha confesado recientemente) que tiene que andar con mucho tacto a la hora de interpretar a la madre de los príncipes de Gales, pues ella también es madre, y sabe que ni ellos, ni la crítica, ni el pueblo, dejarían que se mancille la honra de quien es hasta ahora, llamada por muchos “la Princesa del pueblo”.
cualquier parecido con la realidad, es solo mera coincidencia. diana de gales (iz) y naomi watts (de). foto: hola.